El comportamiento o la conducta es todo aquello que vemos que un niño hace, se puede expresar también en cómo piensa y cómo siente. Cuál es su interacción con el ambiente y el entorno que lo rodea. Un problema de conducta se hace manifiesto cuando aquel comportamiento “no se ajusta” a lo que se espera de ese niño en un entorno dado, dificultando su adaptación social y provocando sufrimiento en el niño o su ambiente más próximo, deteriorando los lazos sociales adquiridos o dificultando su adquisición.
Para que esto sea considerado un problema, éste desajuste debe ser marcado e intenso y debe prolongarse en el tiempo de manera que genere un impacto negativo. Los problemas de conducta presentan diversas causas, todas pasibles de recibir ayuda y mejorar la inserción social del niño.
Los trastornos de ansiedad se manifiestan en la infancia como dificultad marcada de separarse de figuras de cuidado, madre/padre, llanto intenso y crisis de angustia al tener que entrar al Jardín o escuela, o ir a un cumpleaños sin los padres. Miedos exagerados, problemas para conciliar el sueño, recurrentes pesadillas, miedo a enfermar, a morir o a que se enferme o muera un familiar o mascota.
Estas ideas suelen ser vividas con mucha vergüenza, imposibilitándoles comunicarlas y pedir ayuda. Pueden corresponder a obsesiones de contaminación, de simetría, sexuales, homicidas, religiosas o extravagantes. El nivel de sufrimiento es tan elevado y la ansiedad que genera tan marcada, por lo cual se suma al complejo ideatorio, la necesidad de utilizar rituales con la finalidad de disminuir la ansiedad como un intento de control de los pensamientos. Actualmente la Terapia cognitiva Conductual de Exposición y prevención de respuesta, sumado a la utilización de Antidepresivos suele llevar a una mejoría significativa de los síntomas.
Desde hace tiempo se viene trabajando para una toma de conciencia de los Trastornos o Condiciones del Espectro Autista. La consigna “Hablemos de autismo” busca aumentar las consultas para arribar a un diagnóstico precoz. Actualmente se busca detectar rasgos a los meses de vida, se ha observado que intervenciones psicoterapéuticas precoces e intensivas llevan a un pronostico notoriamente favorable con respecto a niños diagnosticados de manera.
La esfera del autismo es un amplio abanico de síntomas tanto en su presentación como en su intensidad. Abarca dificultades en la interacción social, el lenguaje, la comunicación, los intereses restringidos y patrones repetitivos de comportamiento entre otros.
Los trastornos de la Regulación emocional abarcan un patrón de experiencia interna y externa con intensa manifestación y una respuesta exacerbada, emocional, a estímulos que para otras personas pueden resultar menores. Afectan a un elevado porcentaje de la población general, desarrollándose en la infancia un patrón desajustado que lleva a intenso malestar del paciente y también de su entorno.
Se manifiesta como crisis intensas de ira, de llanto, tristeza o frustración. Se debe buscar en sus orígenes, situaciones traumáticas tempranas, abuso, negligencia, ambiente familiar invalidante entre otros. En la adolescencia las manifestaciones pueden abarcar autolesiones, problemas en el control de los impulsos, violencia, problemas de conducta alimentaria, abuso de sustancias, aislamiento e inhibición. Es un problema serio que debe ser tratado de manera precoz e integral con un alto compromiso de la familia.
Los fenómenos disociativos están presentes en diversos cuadros psiquiátricos, afecta a pacientes que sufren un marcado desajuste con su juicio de la realidad, pudiendo obedecer a efectos tóxicos o a cuadros psicológicos complejos, desde trastornos de la regulación emocional, trastornos de personalidad o trastornos psicóticos.
Los trastornos psicóticos se presentan en la adolescencia o pubertad como un quiebre marcado en su desarrollo. Pueden experimentar estados de “extrañeza”, o “rareza”, como sí algo en ellos o en el mundo hubiese cambiado. Generalmente se acompaña de insomnio, aislamiento, conducta extravagante, ausencia de higiene o perdida de hábitos adquiridos, discurso y conducta desorganizada. Pueden presentar alucinaciones, generalmente auditivas e incluso delirios. La ideación o conducta suicida suele ser frecuente. Es un cuadro grave que requiere la inmediata intervención de un Psiquiatra de Niños y Adolescentes para proteger la vida de los pacientes y para asistir a sus síntomas. El cuadro es complejo, se deben estudiar las causas y observar la evolución, ya que el diagnostico etiológico suele ser en retrospectiva.
El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad/impulsividad o sus diversas combinaciones, es un trastorno del neurodesarrollo que impacta a nivel de la actividad de una región cerebral conocida como Lóbulo prefrontal, quien se encarga de actividades cognitivas complejas, tales como la toma de decisiones, el control inhibitorio de la conducta impulsiva, la Work Memory (memoria de trabajo- memoria a corto plazo) la atención voluntaria y la jerarquización de un plan de acción.
Su déficit de funcionamiento se manifiesta en el niño ya en edades preescolares, con hiperactividad marcada, tendencia a la desorganización e impulsividad, perdida de objetos, desprolijidad marcada, crisis de enojo, inadecuación con pares o figuras de autoridad. Todas conductas que a largo plazo provocan un deterioro en el funcionamiento escolar, familiar y social. Afortunadamente es un problema relativamente fácil de tratar, pero que sin tratamiento las consecuencias pueden llevar a un grave deterioro psicosocial del paciente.
“Bipolaridad” no es sólo otro nombre para definir los cambios de humor que podemos sufrir las personas, o los cambios de opinión que nos hacen parecer “inestables” o “cambiantes”. La enfermedad Bipolar es una condición médica, con base neurobiológica caracterizada por profundos cambios del estado de ánimo.
Los cambios de humor asociados con el Trastorno Bipolar son muy diferentes a los de las personas sin esta condición.
En el Trastorno Bipolar los cambios del estado de ánimo, sea depresión o hipomanía (alegría, expansividad, euforia) son más intensos, más duraderos, e interfieren con algún aspecto importante de la vida de la persona, como la capacidad para trabajar, estudiar y mantener vínculos estrechos.
Es importante destacar que es una enfermedad grave, crónica y recurrente, y que sin un tratamiento adecuado, conlleva un grave perjuicio de la calidad de vida de quienes lo padecen y de su entorno familiar y social
Con un tratamiento multidisciplinario, la mayoría de las personas bipolares puede llevar una vida estable y productiva, restableciendo el nivel de funcionamiento habitual. La toma correcta de medicación y la psicoterapia son tan importantes como el estilo de vida que lleva la persona. Realizar ejercicio, mantener unos hábitos de sueño regulares, comer una dieta saludable, evitar el consumo de alcohol y drogas y prestar atención a las señales de advertencia ayudan a controlar la enfermedad.
Sin tratamiento, la evolución de la enfermedad es desfavorable con episodios cada vez más frecuentes y severos lo cual lleva a graves consecuencias familiares, laborales y sociales.
Su déficit de funcionamiento se manifiesta en el niño ya en edades preescolares, con hiperactividad marcada, tendencia a la desorganización e impulsividad, perdida de objetos, desprolijidad marcada, crisis de enojo, inadecuación con pares o figuras de autoridad. Todas conductas que a largo plazo provocan un deterioro en el funcionamiento escolar, familiar y social. Afortunadamente es un problema relativamente fácil de tratar, pero que sin tratamiento las consecuencias pueden llevar a un grave deterioro psicosocial del paciente.
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